La Liga más extraña

Zinedine Zidane ha emergido como el actor principal de la Liga que acaba de bajar el telón. En un campeonato repleto de estrellas, escenario ideal para cualquier superproducción, el elegante y discreto técnico francés ha acabado triunfando con una obra de autor y el Barça entregando la corona lograda en los dos últimos años como si, de repente, hubiera extraviado el guion y desaparecido del reparto.

Entre los dos puntos de ventaja con que se plantó en la reanudación de la Liga, a los siete finales atesorados por el Madrid para levantar el título, ha acabado gestándose una crisis de calado en Can Barça, que se abrió con Valverde y ha puesto en el disparadero a Quique Setién, su sucesor, aunque el relevo ha demostrado que los problemas estructurales van más allá del entrenador. El incendio parece haber menguado por la reunión propiciada por el técnico con Messi en Vitoria para buscar soluciones, Y la coincidencia de ambos de colaborar para un fin común: pelear por la Champions. Esa también parece la prediposición del vestuario por lo que desprenden las palabras conciliadoras del argentino tras la manita ante el Alavés, casi una cuestión de honor, y por la actitud colectiva en Mendizorroza.

El consuelo (escaso) para el barcelonismo, metido en tiempos turbulentos, es el Pichichi conquistado por Messi, el séptimo de su carrera profesional, con el que desempata con Telmo Zarra, el mítico goleador del Athletic. E iguala los cuatro consecutivos de Di Stéfano y Hugo Sánchez. Incluso en una temporada en descomposición, en la que se cuestiona palco, banquillo y vestuario, la estrella argentina ha lucido c excelencia con 25 goles y 20 asistencias.

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